6 jun 2012

Luchad por vuestros sueños

Sensación extraña. Es lo que se queda tras haber vivido un día que no vamos a olvidar nunca. No lo llamaría alivio, satisfacción ni felicidad. Algo ha cambiado.

Es como entrar a una habitación cuando has estado en el exterior un día soleado. No ves nada y estás desorientado.
Llega el gran día y sientes vértigo. Cuando aún quedan algunas horas sigue pareciendo tan lejano como hace meses, o como hace una semana. Simplemente no ha llegado. El segundero no para de correr y se acerca el momento. Solo comienzas a ser consciente mientras empiezas a vestirte para la ocasión. Cada vez queda menos, y menos…y los nervios en el estómago crecen. ¿Quién es esa persona que te mira desde el espejo? Esa versión madura y elegante de ti te despeja las dudas: has crecido. No eres adulto ni mucho menos, pero sabes lo que estás dejando atrás. Es como si hubieses crecido de un día para otro esos dos años en los que no eras consciente que lo estabas haciendo.
Al llegar a tu segunda casa reconoces a tus compañeros, pero hoy los sientes como completos desconocidos. Ellos sienten el mismo vértigo que tú, apenas pueden obsequiarte con esa expresión de complicidad familiar. Cualquiera diría que has compartido esa gran cantidad de horas que se sucedían en una misma aula. Ni siquiera el instituto parece el mismo cuando caminas por él subida en unos zapatos de tacón.
Realmente te sientes como en una película. Cada discurso es desgarradoramente trascendente. Todo el esfuerzo y la emotividad que mis compañeros ponen en cada palabra que dicen adorna el ambiente. Sacan más de una sonrisa y algunas carcajadas, pero no nos sentimos felices. Porque no es un día feliz. Es un día de despedidas, y como tal nos toca recordar todo lo bueno que hemos vivido, que daría para discursos de horas y horas…pero sabemos que no volveremos a vivir esa magia. Y eso es lo que la hace valiosa. Es efímera, termina y nosotros seguimos hacia delante. La guardamos en nuestro interior, lo que hace que algo dentro de nosotros muera al recordarlo: nada de esto volverá. Y hoy nos toca celebrarlo. Irónico, ¿verdad?
Es cierto que, como día de despedidas, y hago mías palabras de mis compañeros, es un día lleno de tópicos, pero los sentimientos también lo son...y no por ello pierden fuerza. No importa quién o cuantas veces se haya vivido, somos nosotros y ahora, somos cada persona, cada mundo, somos un único adiós. Somos un recuerdo. Nuestro recuerdo. Somos nuestra vida y los componentes de algo que trascenderá en las vidas de todos los allí presentes aquel uno de junio.
Incluso los profesores, esos amigos tan lejanos…incluso ellos, aun habiendo participado en más de una despedida, estoy segura de que no pueden obviar lo importante de la ocasión, aunque miles de veces se repita. Es algo único, y agradezco enormemente que nos lo hicieran ver con sus palabras de apoyo y fuerza, superando esa distancia infranqueable que los suele rodear.
Por mucho que fuese un “día de fiesta”, tuve que hacer un esfuerzo para levantar el ánimo. Nos disfrazamos de mayores aunque no queremos serlo. Algunos no nos sentimos preparados, algunos no pueden esperar para hacerlo…de una forma o de otra, el objetivo es el mismo: crecer. Algo siempre positivo.
Sabemos que no ha sido en absoluto un año fácil, en este sentido si puedo decir ¡sintámonos aliviados! Nos hemos esforzado muchísimo y eso es lo que importa, más allá de notas y malos ratos. Podemos sentirnos orgullosos de haber llegado hasta aquí. De terminar segundo de bachillerato.
Es ahora cuando nos toca ser verdaderamente fuertes. Poner la pasión en cada cosa que haces. Ser valientes. Estar solos y no necesitar nada. Brillar como nunca lo habéis hecho. Descubrir hasta donde podéis llegar.
Como una simple alumna más de la promoción, únicamente os quiero transmitir mi ánimo. Os conozca o no, no importa. Formamos parte de un único todo, y todos hemos vivido algo único.
A partir de ahora, y más que nunca: sed como queráis. Luchad por serlo. Una de las más valiosas enseñanzas que me llevo es la de saber con certeza que todo gran esfuerzo tiene su gran recompensa.
La que vivimos hace escasos días. La que vivimos de ahora en adelante.
Para terminar os pido algo: Vivid tal y como queráis. Ni se os ocurra lamentaros nunca por algo que no funciona en vuestra vida, si es algo que podéis controlar. Si queréis que cualquier cosa cambie, cambiadlo vosotros. Y sobre todo, nunca dejéis que os digan lo que no podéis hacer. Conoce tus límites, y supéralos. Dejaos la piel en el camino.
No sé dónde oí que “la suerte es para los mediocres”. En todo aquello que puedas controlar de tu mundo, no necesitarás la suerte. No si de verdad haces lo que amas. No si de verdad amas lo que haces. Por ello, para despedirme no os deseo suerte. Deseo que encontréis la razón, la pasión, la motivación para llevar a cabo todo lo que os propongáis. Solo de esta forma no necesitaréis nada más.
Por favor, sed la mejor versión de vosotros mismos que podáis. Nunca os conforméis con menos, si sabéis que podéis dar mucho más.
Ha sido un verdadero placer conoceros a todos.