Son las 12:00 y es la primera vez en una semana que no he escuchado ese horroroso despertador que suena sin cesar, cuando ni si quiera se puede ver aún en la calle. Pero creo que hoy tampoco podré verlo… ese nublo que parece estar presente por momentos en mi vida. Es como si cada vez que levantase la cabeza, todo se alinease para que no pudiese ver ni un rayo de sol, pese a ello una pequeña golondrina acaba de pasar frente a mí ayudada por la pequeña brisa que corre. ¿Por qué no me dejan escapar como a él? ¿Por qué tengo que estar sujeto a esta sociedad? ¿De verdad él tiene que explicar a dónde o por qué se va?
Cada uno de los días en los que siento ese ruido acabo pensando si llegará el momento en que todo se paralice y no llame… que me despierte y todo cambie… pero sé que no pasará. Acabaré despertándome como siempre por el sonido de ese despertador que me controla cada día, otro invento de esta sociedad. ¿Se podría tener más controlado a los humanos? Claro, pongámosles un reloj y midamos sus esfuerzos para que mejoren a diario… ¿y si no lo hacen? Pues lo ponemos junto a todo lo que ya no nos sirve… ¡a la calle! En esta sociedad desde que tienes uso de razón te están controlando con el tiempo… con internet, con el expediente, con un examen. Esa obsesión con marcarnos con un número, con una letra, con un signo, qué más da, la cosa es vivir bajo una continua presión de lo que nos quieren vender como bienestar social y a lo que se atreven llamar como vida. Levantarte cada mañana y pensar en que examen tendré que hacer hoy o que nota necesitare para entrar a esa carrera que también me hablaron de ella, ¿eso es vida? ¿Entonces esa golondrina qué estaba haciendo?
Hemos desviado tanto el verdadero sentido de la vida que ahora el camino es nacer, trabajar y morir controlado por unos números que corren sin cesar. Ya siento esa voz que fue la primera cosa que escuché, mientras gritaba desamparado, algo que nunca olvidaré, que nadie podrá borrarme, momentos que quedaron y quedarán grabados. Ahora recuerdo por qué me levanto cada día y escribo en ese trozo de papel al cual ellos llaman examen, para que después me marquen con un código de barras como si fuese un mero utensilio de la sociedad al que colocar en la pared hasta que nos sirva para algo. Ahora lo sé, le debo la vida y aunque me oponga a esta sociedad sé que esperan mucho de mí, todas aquellas personas que me quieren y por ello no voy a defraudarlas, sé que puedo y sé cuál es mi objetivo, cogeré ese código y lo pegaré en tantos sitios que esa herramienta que ellos quieren marcar, será la que vean a diario y buscare esa libertad que esta mañana vi frente a mis ojos. ¡Esta lucha no pienso perderla!