14 may 2012

Es imposible que no te sientas identificado con esto

Puedes conocer al milímetro una habitación, pero bastará que te venden los ojos para no tener ni idea de por dónde pisas. Temes dar un paso y chocarte con la pared. Tus músculos se tensan y tus movimientos se vuelven torpes.
Así me siento ahora.
Sé cómo es mi vida, yo misma la decoré. Sin embargo, siento que estamos llegando al final, y que cada día que pasa ya no es uno más, sino uno menos. Siempre buscamos atesorar el tiempo, y la frase más repetida estos días ha sido "estoy deseando que pasen estas dos semanas".

Está finalizando una etapa. No somos conscientes de lo que estas palabras significan: vas a dejar atrás tu vida tal y como la conoces. Seguirás estudiando (espero), pero nada será igual. Es lo que tienen los finales, obligan a que algo nuevo empiece.

Esta tarde he visto por la calle la riada de estudiantes que vuelven de sus respectivos nuevos hogares para pasar el fin de semana. Les miro y me quedo embobada. No puedo creer que falte tan poco para dejar mi casa, la parafernalia de mi existencia; para seleccionar aquello que quiero conservar siempre conmigo y meterlo en una maleta, en la que guardaré mi vida a partir de ahora, lista para echar a correr hacia donde el viento la lleve. Y sin el menor miedo a hacerlo, pues lo más importante ya lo llevo conmigo.
Llevo seis años levantándome a la misma hora y acudiendo al mismo edificio. Sus paredes nos han visto crecer a cada uno de nosotros. Eso es lo que permanece. Una formación mucho más allá de la académica. Miles de momentos y vivencias. Recuerdos que siempre permanecerán contigo, recuerdos de cómo has llegado a ser quién eres.
Esta es mi motivación para afrontar el cambio que estamos empezando a vivir. Con los ojos vendados, sabes que sigue siendo tu misma habitación. Sabes que lo peor que podría pasar es que tropieces... y lo mejor, es que sabrás levantarte.