17 may 2012

Dieciséis días… Dieciséis días son trescientas ochenta y cuatro horas que a su vez son veintitrés mil cuarenta minutos o lo que es lo mismo un millón trescientos ochenta y dos mil cuatrocientos segundos o como nosotros los “segundobachillateros” entendemos seis, cinco o siete exámenes. En definitiva un pequeño espacio de tiempo para lo que es nuestra vida, un pequeño espacio de tiempo horroroso, caluroso y lleno de exámenes y horas de estudio para lo que va a ser el principio de nuestra nueva etapa.

A lo largo de nuestra vida tomamos demasiadas decisiones, a veces decisiones certeras, otras equivocadas que al fin y al cabo nos enseñan, pero ahora es cuando nos toca pensar, meditar, reflexionar sobre qué es lo que queremos que nuestra vida sea y para hacer de esa decisión una certeza. Será una toma de decisión totalmente trascendente para nosotros, una toma de decisión difícil, claro está, pero seguramente la más bonita de toda nuestra vida. Vivamos cada segundo de ese millón trescientos ochenta y dos mil cuatrocientos segundos como si fuera el último, que efectivamente lo es. Paseemos con alegría por los pasillos de ese instituto que nos ha formado como personas, mirando cada esquina en la que has llorado, reído, abrazado… haciendo de cada minuto que pasaba el más especial o por el contrario el más terrible, no olvidemos que se trata de un instituto.
Al fin y al cabo siempre nos quedaremos con los buenos recuerdos. Estoy segura de que el año que viene diremos más de una vez: ¡cómo echo de menos esos días de jodienda en el bachillerato! Y nunca pasarán por tu cabeza esos momentos de tristeza por un examen suspenso, esos agobios de mayo ni esos profesores que matarías, es más, seguro que se recuerdan con cariño y afecto. Recordemos que lo importante no es el destino, sino el viaje. El destino es para todos el mismo, para el feo, para el guapo, para el rico, para el pobre, para el listo, para el tonto… para todos. Pero ¿el viaje? El viaje es lo que realmente importa, conseguir en cada momento lo que te propones y al alcanzarlo poner otra meta, al conseguir esa meta proponerse otra y otra y otra, eso es la vida, conseguir la felicidad mediante los hechos que nos proponemos. La felicidad es efímera, pero con esfuerzo podemos hacerla más potente y maravillosa y cuando esta termine buscarla en otra situación, otra meta, otra proposición.
¿A dónde quiero llegar? Últimamente escucho mucho entre las personas de mi alrededor frases pesimistas, tipo: “no puedo más” o “se me han quitado las ganas de vivir”. Para mí esa no es la actitud que nos corresponde, y menos en estos momentos. El optimismo es lo que hace que una persona consiga las cosas de la mejor manera y lo más importante, mediante el optimismo llegamos a confiar más en nosotros. Que si hoy algo ha salido mal, mañana puede salir bien, pero claro, nunca esperes que lo hagan por ti, consíguelo con tu esfuerzo.
Mi última reflexión es que esa toma de decisiones importantísimas, sobre todo la que nos toca realizar ahora, de nuestra vida que nos condicionan y nos darán un futuro en vez de otro, entre la más importantes se encuentra ese tiempo determinado de un millón trescientos ochenta y dos mil cuatrocientos segundos, veintitrés mil cuarenta minutos, trescientas ochenta y cuatro horas, dieciséis días… Dieciséis días.