10 may 2012

Consejos para soportar la ansiedad en los exámenes

Todo el mundo dice que los exámenes van de la mano de la ansiedad, pero yo soy de ese 1% de las excepciones que no creen que eso sea así. Cierto es que siempre acompaña cierto estado de nervios o, mejor dicho, incertidumbre.

Para comenzar quisiera dejar de manifiesto que no soy de esa clase de personas que se agobian por tener cinco exámenes a la semana, simplemente estudio tal y como me vienen, los hago y me voy a por otro, no doy más importancia de la que realmente tienen, que aunque es mucha, no dejo que me minen la moral.

Horas antes de un examen me encuentro relajada, lo que hago normalmente es repetir lo que he aprehendido y comprendido, me leo el temario unas cuantas veces más y para cuando considero que ya estoy capacitada para hacer el examen lo dejo. No me voy a engañar, esto lo he hecho en pocas ocasiones, a veces he ido a un examen con solo un par de lecturas previas de lo que entraba y aún así la ansiedad no ha conseguido apoderarse de mí en esos momentos anteriores al control. Conforme el examen se va acercando, miro el reloj que marca que queda menos de media hora para comenzarlo… es cuando algo de nerviosismo entra en mi cuerpo, incertidumbre, mejor dicho. Incertidumbre que me lleva a preguntarme qué es lo que entrará, será fácil o difícil, miles de ese tipo de preguntas que se responderán cuando esa media hora pase. También cuando me he dejado materia sin aprender lo único que hago es decir que “ojalá no caiga”, lo comento con los compañeros y normalmente todos coincidimos en lo mismo, supongo que con los años y experiencia en los exámenes te vas dando cuenta de qué es materia para examen y qué no, aunque claro, esto no garantiza que el profesor lo pregunte o no. El dejar materia sin aprender hace que tengas algo de más nervios, claro está.

Cuando me encuentro frente a frente con el examen lo leo tranquilamente, entero, y seguidamente elijo por qué pregunta voy a comenzar. Lo único que me agobia un poco cuando voy a hacer el control es la hora. A veces pienso que no me va a dar tiempo a poner todo lo que quiero y debo, pero por fuerzas incomprensibles, mi adrenalina aumenta y consigo terminar el examen antes de tiempo. Si veo que alguna pregunta de la cual no se la respuesta o no sé explicarla bien, también me agobia un poco y a veces por contestar algo pongo lo que mi intuición dice, cosa que no me deja nada tranquila cuando entrego el examen. Otro punto que consigue que yo piense en el examen más de la cuenta es ver cómo todos los compañeros tienen una extensión del examen que doblega la tuya propia y ver cómo no paran de escribir en todo el tiempo que dura la prueba.

Al entregar el examen lo único que pienso es: ¡bien! ¡Uno menos! A veces me pongo a recordar lo que contesté en cada pregunta y a repasar con los apuntes para ver más o menos cómo he realizado el examen. Otras veces simplemente paso de repasar nada y espero a que me den la nota. Si me he dejado alguna pregunta sin contestar me preocupo bastante, es algo que me lleva a dudar muchas veces de si un examen está aprobado o no, aunque no suelo dejarme ejercicios sin hacer, pero sí ha coincidido que cuando he dejado alguno en blanco he sacado menos nota de la esperada o simplemente he suspendido. Cuando soy consciente de que un examen me ha salido mal, lo digo y lo reitero. Y cuando me entregan la nota no me sorprendo, conozco perfectamente cuando entrego un examen digno de nota y cuando entrego un examen suspenso.