16 may 2012

Ad hoc

Uno se da cuenta de que ya no tiene 14 años. De que el tiempo ha pasado, de que la vida no para, y que quizás, y solo quizás, no haya sido del todo aprovechada. ¿Qué mas dan un puñado de exámenes si no hemos vivido como para echar la vista atrás y tener escasos remordimientos? Estudiar para vivir, y no vivir para estudiar. Aunque ahora mismo seamos máquinas programadas para un estudio masivo, lanzándonos a los apuntes cual hienas a la carroña, es momento de vivir. Que sí, que la graduación está ahí, que nos vamos a coger una merla que no va a quedar ni Ron ni Whisky en toda Alcalá... pero hay tiempo para todo siempre. Y si las circunstancias requieren de nuestro esfuerzo en una ocasión concreta, al menos, démonos la posibilidad de poder vivirlo como si nos fuera la vida en ello. Armonía con nosotros mismos, que falta hace.